Hablar a posteriori es deporte nacional. Frases míticas y manidas tales como: «Yo ya lo sabía», «Yo ya lo avisé», «Te lo dije» se escuchan estos días con frecuencia inusitada en el CASO ELDENSE, un affaire de universales proporciones que ha dejado ojiplática a la opinión pública, a la publicada y al común de los mortales. Esta reflexión en modo alguno tiene nada que ver con la comparecencia de Fernando Gómez, edil de Deportes, que ayer puso muchos puntos sobre las íes en su comparecencia pública y sí tiene mucho que ver con algunos «personajes» que ahora intencionadamente aparecen en escena.
¿De qué se le avisó a Alfonso Ortuño, anterior presidente de la Gestora y cuándo se le avisó? ¿Se le avisó exactamente de lo que podía acontecer en Barcelona o en choques precedentes? Y sí tantos lo sabían y tanto conocían de los presuntamente implicados: ¿por qué no se denunció ante la autoridad competente en tiempo y forma reglamentarios para evitar que alcanzara esta dimensión cuasi planetaria?
Ahora es fácil, muy fácil, ubicar la diana en Ortuño, aunque modestamente pienso que es injusto porque no se puede descontextualizar la intrahistoria deportivista de esta campaña, no se pueden obviar los meses de julio, agosto, septiembre, octubre o noviembre para poder entender los motivos de esta tempestad sobrevenida.
Ortuño estaba desesperado (cualquiera en su lugar lo hubiera estado), eso es rigurosamente cierto, cuando se encuentra con una entidad sin ingresos por percibir y cuantiosas deudas por liquidar en una coyuntura de la campaña donde lo más sencillo, lo más recurrente ERA SALIR CORRIENDO, unos cuantos lo hicieron pero hubo gente como él, como David Aguilar, Diego Gueren o José Luis González, entre otros, que siguieron manteniendo viva la llama de este nonagenario club que se ha visto envuelto en tantas y tantas tropelías en el último decenio.
Ortuño no quiso bajo ningún pretexto entregar o regalar el club a los italianos, porque él, un deportivista de pro, sabe que ESTE CLUB ES PATRIMONIO DE ESTA CIUDAD, y Manu Guill, asesor jurídico de la entidad, le preparó un muy buen contrato de explotación de la dirección deportiva donde el club se protegía muy convenientemente para evitar su desaparición definitiva e irresoluble.
Lo expresó muy acertadamente Manolo Guill: «el club estaba desahuciado y se ha tenido que vender su alma al diablo», pero me pregunto: ¿qué otro remedio tenía el club en esos momentos de indefinición, incertidumbre, abandono, bancarrota, etc.
Que Ortuño ha cometido errores indudablemente y más de uno, de dos y de tres, también hay que estar ahí desde luego aguantando lo inaguantable, pero NI ÉL, NI NADIE, PODÍA IMAGINAR QUE EL DEPORTIVO, UNA ENTIDAD MARAVILLOSA QUE FUNDÓ GENTE MARAVILLOSA Y QUE ES EL ICONO REFERENCIA DE UNA CIUDAD MARAVILLOSA CON UNA HINCHADA MARAVILLOSA, PODÍA CONVERTIRSE EN LA VERGÜENZA NACIONAL POR UN ESCÁNDALO DE PROPORCIONES BÍBLICAS.
SEAMOS POR LO MENOS UN POCO JUSTOS.
AUPA DÉPOR SIEMPRE!
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