José Ignacio Prades Pons, petrerí, 44 años, nunca podrá olvidar este 15 de diciembre de 2019. Aquel HUMILDE chaval de Petrer que se inició en el balonmano desde muy joven puede hoy colgarse una medalla de oro en Kumamoto (Japón) siendo el segundo entrenador de la selección española de balonmano femenino. Muy complicado hallar en el Deporte una mejor persona que José.
MIGUEL SANTIAGO RICO. Conocí a José Ignacio hace ya unos cuantos años y os puedo asegurar que es exactamente la misma gran persona de entonces. Nunca se le subió a la cabeza la fama, la fama de ser uno de los mejores preparadores de balonmano femenino de este país. Siempre aparecía fuera de los focos, las jugadoras siempre las protagonistas.
A Prades habría que edificarle un monolito en Monóvar, allí de la nada, desde cero construyó un proyecto de élite, ascendiendo desde la última categoría a la máxima. Pero en Monóvar, José Ignacio, no era sólo el entrenador, era mucho más, era todo, era capaz de estar sin cobrar un euro durante muchísimo tiempo y estando sin percibir nada, era capaz de pagarle el billete de avión a una balonmanista de Brasil que debía fichar por la escuadra monovera. Y todo ello sin aspavientos, sin conductas artificiales o calculadas, desde el anonimato, desde fuera de los focos.
Y mientras tanto, en el 40×20 dejándose siempre el alma, un preparador concienzudo, trabajador como ninguno, psicólogo cuando había que serlo, siempre preocupado por sus chicas. Un modelo a seguir.
Mª Amparo Muñoz, jugadora de Prades y amiga, lo define genial: «Constante, luchador, con las ideas muy claras, en algunas ocasiones terco como una mula, je je, Gracias a todo ese esfuerzo ha llegado tan lejos. Se lo ha ganado a pulso, nadie le ha regalado nada. La final de Japón es una merecida recompensa a tantos años de entrega a este deporte tan bonito y maravilloso como es el BALONMANO».
Germán Limiñana, su ayudante en Monóvar, lo describe perfecto: «Un luchador, noble, trabajador, constante, muy pesao entrenando, hace cuatro cosas pero las hace perfectas porque las trabaja mucho, entrega todo lo que tiene a cambio de nada. Empecé mi andadura como entrenador, siendo su segundo en Monóvar. Teníamos mucho feeling, nos compenetramos muy bien, de ahí surgió nunca a mistad que nunca perderemos. Vino a mi boda, fuí a la suya. Mis hijos flipan cuando lo ven en la tele: «El tío José…». He hablado con Prades por video-conferencia varias veces durante el Mundial. Estoy súper contento porque se le merece y mucho…».
Este caballero del Deporte es José Ignacio Prades Pons. Su familia tiene que estar muy orgullosa de él, pero también lo están Petrer y Elda, por supuesto.
Su pueblo natal, la villa de Petrer, podría tener hoy un segundo campeón del Mundo tras Gedeón Guardiola Villaplana.
Pero gane o pierda, Prades seguirá siendo Prades, aquel humilde chaval de Petrer que ama el BALONMANO como nadie y que no necesita salir una foto para sentirse importante, nunca se ha creído el mejor, ni mucho menos. PRADES FOREVER.
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